SANGRE EN LA HORA CLAVE
«Teníamos un sistema celular compuesto por cinco personas y éramos en total 125 comandos (es decir, 25 células) de la Facultad de Derecho conectados a los demás de FUBA en los que estaban (Adolfo) Canitrot y Gerardo Andujar. Curiosamente, los comandos más gorilas eran los socialistas, los conservadores suelen ser más pragmáticos… Cuando se acercaba la revolución de junio nos contactó (Agustín J.) Álvarez (Gran Maestre del GOFA, hijo del intelectual mendocino homónimo), un dirigente radical muy misterioso que reportaba a Raúl Lamuraglia (presidente de la UIA, emparentado con el presidente uruguayo Luis Batlle Berres, otro antiperonista acérrimo) que era unionista, me parece. Decían que éramos 10 mil comandos. Primero nos movilizaron para la procesión de Corpus (Christi) y para defender la Catedral, ya por el lado católico. Ahí terminé preso (…). Nos soltaron el 15 de junio, justo para entrar en la otra. Los 125 de nuestro grupo fuimos encargados de tomar las torres y antenas de Ezeiza, y ahí fuimos. Pero como por falta de plafond se demoró el ataque de la aviación, nosotros íbamos y veníamos por la General Paz de ida y vuelta. Al final fuimos a Ezeiza y ahí debía estar un coronel que no apareció nunca. Volvimos y llegamos a Plaza de Mayo para ver el bombardeo. Nos dispersamos. Sin embargo, había en el grupo tipos muy violentos y muy armados, y como venían camiones llenos de sindicalistas, ellos fueron a apoyar a la Marina»
MARIANO GRONDONA
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