FRENTE
NACIONAL POR LA SOBERANÍA ENERGÉTICA
-Declaración
constitutiva-
El próximo 3 de junio se
cumplirán 90 años de la creación de Yacimientos Petrolíferos del Estado; casi
un siglo atravesado por el orgullo de los argentinos de contar con una empresa
estatal que supo ser emblema de autodeterminación y soberanía nacional hasta
que el menemato neoliberal lo entregó por monedas al capital extranjero.
El modelo de la privatización
arrasó YPF y otras empresas estatales y, junto con ellas, toda y cualquier posibilidad
de que el Estado, otrora inversor, productor y garante, interviniese frente a
la voracidad de los mercados en todos los rubros de la economía que hacen a la
salvaguarda del interés público y el bien común.
El modelo neoliberal, que
importaba valor agregado y vendía materia prima, se instaló destruyendo
fuentes de trabajo y redujo los conceptos de democracia y ciudadanía a palabras
huecas. Por eso la resistencia tuvo expresión en casi todos los ámbitos donde
esa política amenazaba con arrasar cualquier vestigio de dignidad. Y por eso
también las históricas puebladas en las localidades de Gral. Mosconi, Tartagal,
Cutral-Có y tantas otras, donde la extranjerización de la propiedad sobre el
recurso energético abría caminos para la desocupación, la marginación y la
miseria en escalas nunca antes vistas.
Mientras la Argentina fue un
país en estado de recesión y ajuste permanente, con industrias paradas y
millones de desocupados, el desguace energético del país hubiera pasado
inadvertido si no fuera por las voces de alerta y la tenacidad resistente de
organizaciones y movimientos populares.
Hoy, tras un sostenido ciclo
de crecimiento económico, ese viejo modelo entró en crisis. Es la hora de
discutir una salida a través de un debate público para superar el cuello de
botella energético y devolverles a los argentinos un resorte estratégico para
el desarrollo de un modelo productivo con base en la industrialización que no solamente remonte las lacras
persistentes del neoliberalismo sino que, también, avance en términos de
inclusión social, igualdad y soberanía.
Es que la dependencia
energética ya se ha tornado antagónica con los logros y cambios operados en el
país desde 2003 en adelante porque, lejos de asegurar su curso ascendente,
conspira a diario para impedir que éste se concrete. No podrá haber igualdad,
ni más distribución equitativa de las riquezas, ni posibilidad de concretar
planes estratégicos, si la disponibilidad de energía continúa bajo el arbitrio
del bloque de poder en el que se asocian, con diversos intereses, grandes
capitales locales y extranjeros.
Tampoco se intensificará la
integración con el resto de Suramérica y el Caribe si la cuestión energética y
el libre acceso a los recursos naturales no se concreta mediante la asociación
de los Estados y los gobiernos de la región. Y esto es tanto o más urgente por
el telón de fondo que significa la crisis global de la valorización financiera
del capital, expresada ahora con toda crudeza en los países centrales.
Hay una carrera contrarreloj
para evitar que esa crisis arrastre a las economías y a las democracias
nacionales y populares y las convierta en una suerte de plan B para la
voracidad de los organismos financieros mundiales. De modo que la necesidad de
instalar el debate público sobre la soberanía energética se ha acelerado.
En Argentina, la pelea por la
nacionalización de YPF tiene ya una larga historia, pero las condiciones
actuales de nuestro país no nos pueden atar a una formula estática. Es preciso
analizar y debatir los distintos caminos posibles que lleven a la soberanía
energética con el objetivo de recuperar en plenitud el manejo de los
hidrocarburos y otros recursos naturales con el debido respaldo de normas
constitucionales y, por lo mismo, avanzar en el diseño e implementación de un
mapa productivo por regiones que posibilite el desarrollo de manufacturas,
industria, empleos dignos y absoluto control de los posibles impactos
ambientales.
Para esta perspectiva, el
papel del Estado no es tan sólo estratégico: se trata de una responsabilidad
indelegable frente a los mercados que adquiere su verdadera significación si la
ejecuta en concomitancia con la abrumadora conciencia ciudadana que clama por
la inmediata recuperación del patrimonio energético nacional.
Con estas razones, y en base
a la experiencia unitaria compartida recientemente en oportunidad de celebrar
el 6to. Aniversario de la Derrota del ALCA en Mar del Plata, las organizaciones
firmantes constituyen, a partir de la presente Declaración, el Frente
Nacional por la Soberanía Energética. Lo hacen todas ellas en un mismo
plano de igualdad y con el objetivo de invitar a otras representaciones a
sumarse a esta iniciativa, en base a estos principios, para promover, impulsar
y elaborar democráticamente una propuesta de acción que, por fin, tendrá que
ser refrendada con el concurso activo y protagónico de millares de ciudadanas y
ciudadanos, con la determinación de traccionar desde la movilización y
participación de los sectores populares el avance que permita recuperar la soberanía
energética como política de Estado.-
Mendoza con soberanía
energética
Las organizaciones sociales, sindicales y
políticas que desde la Provincia de Mendoza conformamos el Frente Nacional por la Soberanía Energética,
sostenemos como objetivo primordial la recuperación y fortalecimiento del valor
estratégico de los recursos energéticos, en el marco de un principio de
solidaridad energética con el resto del territorio nacional.
La consideración de los recursos
energéticos como un bien estratégico para el desarrollo de un país productivo,
inclusivo y sustentable, es una batalla cultural y material que hay que ganarle
a la lógica neoliberal, tan fuertemente instalada que
ha conducido a considerar a la energía como un bien transable en el mercado
internacional igual que cualquier otro, como un commodity más. Abandonar la
maximización del beneficio como único principio rector, para poner la energía
al servicio del desarrollo regional y nacional con participación social amplia
en la definición del rumbo político es imperativo para aspirar a la dignidad,
justicia y desarrollo de nuestro pueblo.
La provincia cuenta con una matriz
productiva de energía muy diversificada y prolífera, tanto en recursos
renovables como no renovables. Las fuentes hidroeléctricas e hidrocarburíferas
dominan la escena productiva provincial, pero también hay gran potencial de
producción de energías alternativas.
Una industria pujante, como la que
necesitamos en Mendoza, debe instituirse en el imaginario colectivo como parte
determinante de la matriz productiva regional, porque de hecho lo es y para
ello necesitamos energía. En este
sentido, la defensa de la soberanía energética no puede descuidar las
herramientas de difusión requeridas para establecer consensos sobre el carácter
estratégico de nuestra energía y generar un fuerte compromiso en la sociedad.
Asimismo, la soberanía energética
requiere la reconstrucción de cuadros técnicos, con una fuerte conciencia
popular, capaces de proyectar y ejecutar en todos los circuitos de producción
energética un mayor control nacional sobre la exploración, extracción,
producción, distribución y consumo de estos bienes estratégicos. En definitiva,
la soberanía energética no es un trofeo que se alcanza de una vez y para
siempre, sino un espacio de lucha política que se plantea permanentemente en
los frentes cultural, político y económico. La posibilidad de intervenir
exitosamente en este espacio de lucha con toda la variedad de recursos de que
dispone nuestra sociedad exige organización y coordinación de la práctica
política de todas las fuerzas sociales encuadradas en el campo nacional.

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